Salamandra, Buenos
Aires, 2013
Camilleri tiene un don y hace lo que muy pocos se animan y
menos todavía consiguen: convertir el género negro en algo colorido, sin perder
de vista los elementos constitutivos de un policial de estas características.
La serie que tiene como protagonista a comisario Montalbano (investigador
siciliano muy, muy italiano) es tan atrapante como divertida. Hay asesinatos,
misterios, pistas, mujeres fatales, reflexiones existenciales y críticas al
sistema, pero también mucho humor y cotidianeidades que generan empatía. En La danza de la gaviota, que continúa
perfectamente la línea comenzada hace ya casi veinte años, la vejez, el tiempo
y los kilos se entrometen en la narración de manera verosímil, tal como le
ocurrió a Philip Marlowe en sus últimos años.
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