La calle se cruza por una
esquina. Si el semáforo ofrece otra combinación elijo evitarla. Una variación
en la rutina me destruirá. O destruirá el mundo. Lo mismo si compro un libro
viejo dedicado. La preexistencia de otro lector lo hace irreparablemente ajeno.
Y, como para cruzar la calle, solo hay un lugar para conjurar libros usados. No
revelaré ninguno y los dos seguirán siendo lugares perfectos. (Sebastián Chilano)
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